viernes, 14 de agosto de 2009

CRITICAS

viernes, 14 de agosto de 2009
OPINION DE ARMANDO TORRES*
“Zapato, Una historia sin par”Autor: Leticia Valenzuela y Estela EnríquezGrupo Teatro Payasas a la CartaDirección: Leticia Valenzuela
Detrás de la aparente sencillez de los juegos de azotea de vecindad de Piloncillo y Tiliches, las dos payasas protagonistas de la historia, se esconden interminables horas de ensayos para cada secuencia. La genialidad de la trama es precisamente el lograr recrear el ambiente lúdico infantil donde, aprovechando cualquier objeto o cacharro que se encuentre en el lugar, la imaginación da vida a motocicletas, aviones, corridas de toros y viajes a lugares remotos, logrando una doble identificación, primero con los niños que se conectan gracias al mismo lenguaje que utilizan en sus juegos y en segundo lugar a los padres, que tienen la oportunidad e volver a ser niños recordando sus propios juegos y que observan al mismo tiempo desde otro plano a sus hijos. Lo que parece ser una secuela interminable de juegos que se crean y se abandonan por otros, es en realidad un ejercicio de inventiva y creatividad, donde la creación de acuerdos y complicidades estrecha los lazos de amistad que involucran a su vez inteligentemente a la audiencia en planeadas interacciones que por su brevedad no se salen de control y logran manejar situaciones de candorosa participación infantil ( y de adultos transformados eventualmente en infantes). Los artificios sonoros que incluyen sonidos de cañerías, aviones y otros, son un apoyo a los juegos de imaginación. Las ocasionales selecciones sinfónicas de Las Valkirias de Wagner y del IV movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak contribuyen a reforzar los momentos de miedo y drama de los juegos. Las canciones tienen música de fácil comprensión, texto claro, acompañamiento accesible y movimiento coreográficos que comunican mensajes de una feliz conclusión a un rato de diversión.
*Armando Torres es Doctor en Artes Musicales, especializado en Dirección de Orquestas pro la Universidad de Missouri, Kansas City. Actualmente dirige la Orquesta de la Escuela de Música Vida y Movimiento. Es además integrante del Sistema Nacional de Fomento Musical de CONACULTA.

PAYASAS A LA CARTA A LA PIZCA DE SONRISAS.
Por: Alegría Martínez
Sin mayor complejidad temática, el reto al que se enfrentan Estela y Leticia es presentarse ante un público de jóvenes, niños, adultos y gente de la tercera edad con un montaje ágil que los mantenga interesados por igual en cada paso de la anécdota, sin que la energía y el interés decaigan.
La fórmula secreta de las actrices está en jugar de verdad sobre el escenario, en dar rienda suelta a los planteamientos absurdos, en divertirse y llevarlos a sus últimas consecuencias, en perder el miedo al ridículo y en zambullirse gozosamente en esa posibilidad, además de utilizar el viejo truco de hablar de repente como peladito callejero y a esto añadirle otro modo de ser payaso.
Modo que consiste en continuar con la lógica de los planteamientos que se hacen, sin dejar cabos sueltos y sin olvidar lo que se ha dicho con antelación, a pesar de que esto raye en la idea más descabellada.
La virtud de estas payasas a la carta es que juegan como dos niñas libres y felices y su juego incluye a todos los presentes que no necesitan descifrar signos ni mensajes, sino dejarse llevar confiadamente hacia la placidez de la diversión sin más fin que ese.
01 de diciembre del 2000; Diario "Uno más Uno"

PAYASAS A LA CARTA… OFRECEN MENÚ DE RISAS. Por: Miguel Martínez
Con el espectáculo titulado “Zapato… Una historia sin par” el dueto de actrices confirman que el teatro infantil puede ser al mismo tiempo divertido e inteligente, y que los niños merecen espectáculos de calidad, alejados del esquema del humor de, que desafortunadamente es un recurso tan socorrido por la televisión.
Estela Enríquez y Leticia Valenzuela dan vida, respectivamente a Piloncillo y Tiliches, dos clowns, en el mejor sentido de la palabra, que toman como pretexto un zapato para llevar al público en un viaje por la imaginación.
El texto, original de ambas actrices, es una serie de diálogos inteligentes, que sin caer en lo complejo o rebuscado, usa el caló, el habla popular, y toma como pretexto para construir divertidos juegos de palabras el futbol o las frutas, en algo que por momentos se acerca al mexicanísimo albur, pero sin caer en la tentación de lo procaz.
Para los personajes no es un sinónimo de efectuar una intervención quirúrgica, sino de hacer ópera; por eso para curar la gripe a ambos personajes les da por interpretar partes de arias de ópera.
Los recursos escenográficos son sencillos, pero adecuados. Una simple toalla se convierte en un caballo; tres cámaras de llanta son, sucesivamente, un avión, una motocicleta o el sillón de un consultorio médico.
[…] Las actrices apuestan por la actoralidad, y hacen gala de recursos teatrales a través del manejo adecuado de la voz y del lenguaje corporal, pero también por medio de la frescura que su forma de abordar el texto da a la escenificación.
El resultado se refleja en la risa de niños y adultos y en la interacción de actores y público, que se hace cómplice de los simbolismos que casi al azar desliza el texto en algunos pasajes, como cuando hace mención a la búsqueda del tiempo perdido, en una alusión sutil a la obra MOMO de Michael Ende.
La musicalización, obra de Mariano Cossa, es otro elemento que contribuye a una agradable representación. La canción final, cuya letra es de Nuria Gómez, es de un mensaje sencillo y esencial: la amistad como valor que hay que rescatar. Y lo mejor de todo es que las actrices se divierten sobre el escenario y el público debajo.

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